Tomó la decisión de renunciar. Tras terminar su carrera universitaria María Paz Charris Lara (24 años), quien llegó desde Colombia a Santiago de Chile en 2015, decidió dejar su trabajo como asistente de gerencia para buscar mejores oportunidades.

El cambio de trabajo se demoró un poco más de lo que esperaba y, por consejo de su madre, decidió averiguar sobre el seguro de cesantía. “Yo tuve una noción de la existencia del seguro de cesantía cuando realicé mis papeles para obtener mi visa definitiva. Ahí revisando mi liquidación noté que aparecían los descuentos por el seguro de Cesantía”, recuerda María Paz, pero no fue hasta que se acercó a una Administradora de Fondos de Cesantía (AFC) que no supo a cabalidad que era el seguro de Cesantía y como funcionaba.

Creado mediante la Ley Nº19.728 de Octubre de 2002, el Seguro de Cesantías se creó para  apoyar a los/las trabajadores/as que pasan por estas condición, ya sea por renuncia o despido. Es una protección económica en caso de desempleo a la que tiene derecho todos los trabajadores/as regidos por el Código del Trabajo y permite recibir montos mensuales determinados en caso de quedar sin empleo.

“Me acerqué a la sucursal más cercana de la AFC preguntando por el proceso. Me consultaron por mi finiquito, si es que andaba con él y ahí, junto a mí, el funcionario hizo el cálculo de lo que me correspondía por concepto de seguro de cesantía. Yo había renunciado, así que lo que me correspondía era una cifra distinta a si hubiese sido despedida”, continua relatando la joven colombiana.

El seguro de cesantía contempla, como parte de sus beneficios, ingresos monetarios (de acuerdo al sueldo del trabajador/a), asistencia para la búsqueda de un nuevo trabajo, asignaciones familiares y cobertura de salud. Los requisitos para obtener el seguro de cesantía son estar desempleado, haber tenido contrato indefinido (con al menos 12 cotizaciones continuas o discontinuas desde la afiliación al último giro) o haber tenido un contrato a plazo fijo o por obra acreditando al menos 6 meses de cotizaciones continuas o discontinuas.

De cumplir con estos requisitos, el paso siguiente es acercarse a una oficina de la  AFC con su Cédula de Identidad vigente, presentar el finiquito, una vez que sea probada en la misma sucursal le indicaran una fecha y lugar de pago para cobrar el seguro.

María Paz  tenía un problema para cobrar su seguro. “Yo tenía el RUT vencido, por lo que tuve que hacer un mandato especial para que un tercero pudiese cobrar el seguro por mí. La persona que firma el mandato debe ser alguien con visa definitiva o visa temporaria pero con RUT vigente”, rememora.

La atención de la AFC es uno de los puntos que más destaca María Paz, ya que “me explicaron del seguro solidario y como operaba en caso de no tener fondos”. El seguro del Fondo de Cesantía Solidario se puede solicitar cuando se han agotado los fondos del seguro de Cesantía de la Cuenta Individual (CIC) de un trabajador/a y puede optar o no por este fondo.

El pago del seguro se suspende al mes siguiente en que la AFC recibe el inicio de una nueva relación laboral, al recibir el pago de una nueva cotización, cuando se rechaza las ofertas que pone a disposición la Bolsa Nacional de Empleo o cuando no se realiza la inscripción en la BNE en el periodo correspondiente.

“Creo que el seguro de cesantía opera bien y sirve mientras uno está buscando trabajo. LA información que entrega la AFC es buena y oportuna, pero muchas veces el empleador no entrega la información”, finalizó María Paz.

El Instituto Católico de Migraciones (INCAMI) y su aplicación INFOMIGRA se han dado la tarea de apoyar la educación en materia previsional, gracias al Fondo de Educación Previsional (FEP).

“Recuerda que regularizar tu situación migratoria favorecerá tu integración y calidad de vida en el país.“