En medio de dunas y arena, sin servicios básicos formales, el recinto recibe a los extranjeros irregulares que se han autodenunciado. Está pensado como albergue nocturno, pero la lejanía del centro de la ciudad -22 km- los obliga a permanecer allí. Distintas ONG han emprendido acciones para alertar sobre la precariedad del recinto.
Noticia publicada por La Tercera el 18 de enero del 2022.
La costa se encuentra a unos 300 metros, pero el sector de Lobito, en la Región de Tarapacá, se emplaza en un escenario desértico. Ubicado a 22 kilómetros al sur del centro de Iquique, sin transporte público ni servicios básicos en las cercanías, es ahora el epicentro de los extranjeros que han cruzado la frontera por pasos no habilitados: allí el gobierno instaló el albergue para evitar que pernocten en los espacios públicos de la ciudad.
El lugar fue facilitado por la Universidad Arturo Prat (UNAP), que mantiene ahí su centro deportivo, con la idea de dar soporte a la crisis migratoria que afecta a la Tierra de Campeones. Es un recinto de estadía transitoria, acondicionada para albergar a 300 personas en total. Sin embargo, lejos de entregar una solución definitiva al problema, aquí se calienta una olla a presión.
Así lo asegura la Asamblea Abierta de Migrantes y Promigrantes de Tarapacá (Ampro), quienes dicen que los 200 extranjeros que hasta ayer se albergaban en el sitio (80 niños, según sus datos) están viviendo en un escenario de “abandono” por parte de las autoridades.
“No están recibiendo ni la comida ni el agua suficientes, apenas unas galletas y una botella pequeña de líquido al día. Tampoco tienen la debida asistencia médica y duermen sobre colchonetas puestas en la arena, cubiertos solo por carpas. Realmente, es un trato deshumanizado”, asegura Lorena Zambrano, dirigenta dirigenta de Ampro, organización que, apoyada por al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), ayuda a las personas albergadas en Lobito.
Y es que, por tratarse de un albergue nocturno, en Lobito sus residentes no están obligados a permanecer en el lugar durante el día. Por eso, solo está considerada una colación fría al día, por las mañanas, que consiste en una porción de galletas, pan o frutos secos, y algún líquido.
“Su funcionamiento comenzó el día 20 de diciembre, sin embargo, su ocupación fue lenta por los procesos de traslados. Durante los últimos días estos se han optimizado y se ha logrado que las personas puedan estar en estos lugares, donde cuentan con servicios”, explica el delegado presidencial de la región, Miguel Ángel Quezada.
Los extranjeros llegan al sitio caminando o en buses dispuestos por la autoridad. Para ingresar, deben presentar un examen PCR de hasta 72 horas de vigencia o haber salido de una residencia sanitaria. En la Seremi de Salud de la región explican que no tienen asignaciones sobre el recinto, pero que apoyan cuando desde la Delegación Presidencial lo solicitan.
Al interior, los migrantes duermen en tiendas de campaña con otras 20 personas o en sus propias carpas, sobre colchonetas puestas en la arena. No hay transporte público ni locales de abarrotes, y llegar a la ciudad les demanda una caminata de más de cuatro horas. El día es largo, cuentan, y acceder a alimentos, muy difícil.
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